lunes, 19 de mayo de 2014

Discurso de María Rachid en las Jornadas de Educación Inicial

En los últimos años hemos avanzado mucho en cuanto a la mayor visibilidad de la primera infancia en las agendas de las políticas públicas y el reconocimiento de niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos.  Esto no hubiera sido posible sin un cambio de paradigma en la niñez, en donde, además, se pasó de un Estado que discriminaba y excluía al sector más desprotegido de la infancia (los/as niños/as pobres)  a un estado que reconoce a niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos.

La Ciudad de Buenos Aires fue pionera en Argentina en adecuar su legislación a la Convención Internacional de Derechos del Niño,  con la Ley Nº 114 sancionada en el año 1998. A nivel Nacional, tuvimos que esperar hasta el año 2005, durante el Gobierno del ex Presidente Néstor Kirchner, para que se apruebe la ley de protección integral y se derogue la anterior ley del patronato.


Aún así, tenemos grandes deudas pendientes en la Ciudad de Buenos Aires. En base a datos del Ministerio de Educación dela Ciudad, es de destacar que casi el 51% (50,87%) del total de la matrícula del Sistema Educativo de la Ciudad (en los tres niveles: inicial, primario y medio) está en el sector estatal; por lo que es casi pareja la relación con la matrícula en el sector privado, de 49,13%. Una brecha de apenas algo más de unpunto y medio porcentual. Pero justamente en el nivel inicial dicha relación es inversa y la brecha mucho mayor. De la totalidad de la matrícula de nivel inicial en la Ciudad, el 43,84% está en el sector estatal, frente al 56,16% dela matrícula en el sector privado, una diferencia de 12 puntos porcentuales que implica casi 22% más de niños y niñas matriculados en el sector privado que en el público. Esto quiere decir que a pesar de todas las consideraciones y diagnósticos sobre las prioridades que este segmento etario de nuestra infancia debiera tener de parte del mundo adulto y de las políticas públicas; la primera infancia, y en particular la educación infantil, es quizás la más postergada de todo el sistema educativo público en nuestro distrito.

La otra muestra de desigualdad e inequidad que debe ser tomada en cuenta en la Ciudad son la del tipo de jornadas (jornada simple o jornada completa) que tienen las escuelas del sistema educativo público porteño, según su ubicación geográfica. Los sectores más vulnerados (localizados en zona sur), no sólo tienen el mayor faltante de vacantes, sino que el grueso de las existentes son de jornada simple, o sea que disponen de una “escasa oferta” y de “escasas horas/clases” en las que el estado porteño se ocupa de la educación de sus hijas/os. Cuando en las zonas más favorecidas (zona centro y norte) de la Ciudad, predominan las escuelas de nivel inicial con jornada completa. Todo ello redunda en la obligación de muchas familias con escasos recursos de acudir a alguna de las diferentes variantes de las ofertas en la educación privada.

Podemos hacer comparaciones con otros distritos y probablemente la Ciudad esté en mejores condiciones, pero también es cierto que cuenta con el más alto de los presupuestos del país. Y ese presupuesto debiera priorizar con mayores esfuerzos la educación inicial en nuestra Ciudad.
Por otro lado, a nivel nacional, es indudable que nos ha tocado, como generación, ser testigos/as de muchos cambios de paradigma en el reconocimiento de derechos de grupos históricamente vulnerados. Y siempre se repite la misma secuencia: un grupo invisibilizado, luego es reconocido en ciertos aspectos pero sin contar con los mismos derechos, hasta que producto de la lucha de las organizaciones sociales y políticas se produce una “conquista” de derechos hasta llegar a la igualdad, al menos jurídica, herramienta indispensable para seguir trabajando por todo lo que falta. Sólo para nombrar algunos de estos avances podemos mencionar la nueva ley de migraciones, la ley contra la violencia hacia las mujeres, la ley de trata y femicidio, la nueva ley de salud mental, la ley de obesidad, la de obras sociales y prepagas, la ley de matrimonio igualitario, la de identidad de género, entre muchas otras. Y por supuesto, en materia de reconocimiento y fortalecimiento de derechos de niños, niñas y adolescentes, la ley de protección integral; y teniendo en cuenta que la primera infancia es una etapa central, creo que la Asignación Universal por Hijo es una de las medidas más importantes de la última década en este sentido.

Todo esto no puede lograrse sin un Gobierno que crea en un Estado presente, con el que articular estas demandas y convertirlas en políticas públicas. Soy parte de uno de estos grupos, el de la diversidad, y me consta lo importante que es que sea el mismo Estado el que repare años de injusticia y desigualad.

La infancia ha recorrido este mismo camino. Una vez lograda su visibilización con respecto a los adultos (como sabemos, antiguamente la infancia ni siquiera se distinguía de la adultez) comenzó el proceso de reconocimiento de derechos e igualdad. Proceso que aún continua y este encuentro nos convoca a pensar en él. 

Todavía falta mucho por hacer en materia legislativa y de política pública. En la Ciudad, hemos presentado varios proyectos en ese sentido. Entre ellos, la confidencialidad en el pago de las cuotas escolares, la ley de acoso escolar y discriminación en la escuela, entre varias otras.
Por otro lado, nuevas situaciones siempre nos plantean nuevos desafíos. Al tratarse de un cambio de paradigma, los avances en materia legislativa, que fueron y siguen siendo muy importantes, no son suficientes, siendo necesarias acciones que apunten a que las herramientas legislativas se vayan materializando en las prácticas concretas en la sociedad. Es por eso que resulta imprescindible no sólo la difusión de la convención y las leyes, sino la concientización y reflexión sobre los derechos, no sólo entre los chicos/as sino fundamentalmente en el caso de la primera infancia entre los adultos también.
Siendo una militante en derechos humanos y especialmente en diversidad, no puedo dejar de mencionar que entre las nuevas situaciones y cambios de paradigmas, también están aquellos que reconocen realidades que existían hace muchos años pero que hoy el Estado reconoce y protege en nuestro país. Y parte de esa protección debe estar presente en la educación inicial.

La igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, el respeto por la identidad de género/sexo y su expresión, que incluye la no imputación de roles obligatorios en los niños y niñas producto de los cuerpos con los que hayan nacido, y la celebración de la diversidad familiar, son valores que deben estar presentes desde la educación inicial porque además son temas desde siempre muy presentes en la educación inicial. Quizás presentes todavía desde una concepción discriminatoria y muchas veces violenta hacia niños y niñas pero que la nueva legislación argentina –y el respeto por la igualdad y la diversidad- nos demanda revisar y modificar en muchos aspectos.

La defensa de los derechos desde la primera infancia es responsabilidad de todos y todas pero es el Estado el mayor responsable de brindar herramientas para su exigibilidad. Falta mucho por hacer, y creo que la igualdad en la accesibilidad de derechos es la clave fundamental para avanzar en la consolidación de este cambio de paradigma.

Tenemos que seguir trabajando para que todos los/as niños/as accedan a sus derechos, especialmente aquellos niños y niñas de los sectores más vulnerados de la sociedad, aquellos/as que tienen necesidades educativas especiales, los/as niños/as migrantes, aquellos/as que aún hoy no acceden a la educación inicial, los/as que son de familias diversas, los/as niños/as con discapacidad… todos/as los/as niños y niñas de nuestra Patria Grande y del mundo.  

Como legisladora, como militante de derechos humanos y también como madre en algún momento pero ya tía y madrina de algunos niños y niñas, es mi deber, y nuestro deber, contribuir a la construcción de un mundo más justo e igualitario para todos y todas. Para eso, necesitamos garantizar espacios educativos donde los/as niños y niñas aprendan a pensar y sentir el mundo desde la igualdad y la justicia.
Sin lugar a dudas, esta Jornada va en este sentido. Desde ya mi compromiso para seguir avanzando y para profundizar e impulsar políticas públicas que garanticen y amplíen los derechos de niños y niñas en la Ciudad de Buenos Aires.