jueves, 5 de junio de 2014

Denomínase "Envar Cacho el Kadri" a la plaza seca sin denominación situada en la calle Lautaro al 860.-

En coautoria con CAMPAGNOLI,JOSÉ CRUZFERREYRA, PABLO RICARDO; RACHID, MARÍA

PROYECTO DE LEY

Artículo 1°.- Denominase " Envar 'Cacho' El Kadri" a la plaza seca sin denominación situada en la calle Lautaro al 860 -Sección 48 / Manzana 147/ parcela 15d/ Comuna 7-.

Articulo 2º - Cúmplase con los artículos 89º y 90º de la Constitución de la Ciudad.

Articulo 3º - Comuníquese, etc.










FUNDAMENTOS

Sr. Presidenta:

Dicho proyecto de Ley reproduce el Expte. 2092-D-2012 de autoría de la diputada (MC) Delia Bisutti . Sin lugar a dudas, Envar “Cacho” El Kadri constituye uno de los símbolos de la militancia popular de aquel amplio movimiento que se conoció como la Resistencia Peronista a fines de los años '50.
Desde joven instaló su vida en la de la militancia solidaria, generosa y por lo tanto, sacrificada. Su militancia comenzó al poco tiempo de producirse el derrocamiento de Perón. Los bombardeos a la Plaza de Mayo, los fusilamientos de José León Suárez y la proscripción del peronismo fueron acontecimientos que lo marcaron a fuego. Sobre las causas que lo llevaron a él y a toda su generación a involucrarse activamente en la política Cacho decía: “Creo que la primera de todas fue un profundo sentido de rebeldía ante la injusticia”.
Fue participe de la fundación de la Juventud Peronista. Al principio, las acciones que llevaban a cabo consistían en juntarse en la calle Florida y colgar algún retrato de Perón y de Evita, y desafiando prohibición de nombrarlos a ambos en público. Asimismo, gritaban consignas en su favor y cantaban la marcha peronista. Su intención era hacer público y mantener presente, en los años de la prescripción, la figura de Perón  y la fuerza del peronismo que se intentaba silenciar.
 Fue militante de las FAP, en donde desarrolló con otros jóvenes  el destacamento rural en la localidad tucumana de Taco Ralo. Abortado el intento prematuramente, fue encarcelado por varios años hasta que recuperó la libertad por obra y gracia de la movilización popular. Integrado inmediatamente a la militancia del peronismo revolucionario tuvo que seguir el camino del exilio donde no dejó de trabajar y forjó junto a otros compatriotas, que sufrían la misma suerte, generosas instancias de solidaridad.
En Francia trabajó ocho años de sereno en el “Theatre du Soleil” de Ariane Mnouchkine. Participó en organismos de derechos humanos, siendo miembro fundador de la Association Internationale de Defense des Artistas Victimes de la Repression dans le monde (AIDA) ONG presidida por Ariane Mnouchkine, Claude Lelouch y Simone Signoret, entre otros en donde dununció los crímenes de lesa humanidad. Formó parte del Comité de Solidaridad con Miguel Ángel Estrella, presidido por Yves Haguenauer, y colaboró en la fundación de la Asociación Música Esperanza, creada por Miguel Ángel Estrella luego de su liberación. Participó activamente en el Comité Contra la Organización del Mundial de Fútbol en la Argentina (COBA), y en numerosos actos realizados en Europa por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos. Colaboró con las madres de Plaza de Mayo en sus viajes de denuncia y fue organizador de la Marcha por 100 Artistas Argentinos Desaparecidos realizada en Paris en 1979, colaborando en la recolección de fondos para la publicación de una solicitada con esa lista, realizada por la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, en Buenos Aires.



Al mismo tiempo, estudió en la Universidad de Paris y obtuvo sendos diplomas superiores universitarios en Derecho del Trabajo y la Seguridad Social (1978) y en Relaciones Internacionales (1979) Ese año publicó Argentine: una cultura interdite (Francois Maspero Editions, Paris) reuniendo testimonios sobre la represión cultural de Mercedes Sosa, Ricardo Carpani, Fernando Solanas, Noe Jitrik, Alberto Adellach, Ignacio Columbres, entre otros, con epilogo de Julio Cortazar. En 1980 las Ediciones Zeta de Madrid publicaron la versión en castellano de ese libro.
Con el retorno de la democracia se dedicó a temas culturales, adoptando como oficio la producción cinematográfica y la dirección de un sello discográfico, pero siempre intentando aportar a la reconstrucción del movimiento nacional y popular. En marzo de 1984, produjo la primera actuación del pianista Miguel Ángel Estrella en el Centro Cultural San Martín y en el teatro Alberdi de San Miguel de Tucumán en la función de gala del 9 de julio, continuando su colaboración con la ONG Música Esperanza, presidida por Estrella, hasta la actualidad. También produjo la presentación de José Luis Castiñeira, Susana Lago y el grupo Anacrusa, en Obras, el 20 y 21 de septiembre de ese año.
En 1984 publica Diálogos en el exilio con Jorge Rulli (Punto Sur Ed, Buenos Aires), reflexión sobre la historia reciente que ambos protagonizaron, tanto dentro como fuera del país.
A partir de 1985 comienza su colaboración con Fernando Solanas, produciendo Tangos, el exilio de Gardel (1989) y El Viaje (1992) Esta actividad de productor cinematográfico lo lleva a participar en seminarios y congresos, entre ellos: Coloquio sobre Cine Latinoamericano, en Río De Janeiro, Brasil. Acuerdo de coproducciones entre países de América Latina, Buenos Aires, México y Brasilia. El protocolo 18 y el intercambio cultural entre Brasil y Argentina, Brasilia: así como en los festivales internacionales de Cine: Cannes, Venecia, La Habana, Washington, Denver, Chicago, Miami, San Juan de Puerto Rico, Bogotá, Río De Janeiro, Gramado, Viña del Mar, Biarritz, Troia.Bilbao, Huelva, Punta del Este, Montevideo, Mar del Plata.
A partir de 1989 crea, junto a Emmanuel Chamboredon, la sociedad Milán Sur, especializada en la edición de música de películas, entre las que sobresalen las bandas sonoras de Ghost, La Cosas del querer, La sociedad de los poetas muertos, Taxi Driver, El amor y la furia, Como agua para chocolate, entre unos 400 títulos, licenciados por Milan (Francia) Pero fundamentalmente produce discos de música argentina, entre otros: Piazzola / Ginastera y Piazzola Classique, con la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires, dirigida por Pedro I Calderon, Tangos del Sur, de Roberto Goyeneche y Néstor Marconi, Mano Brava de Salgan y De Lio, Misa criolla, de A Ramirez y Zamba Quipildor, Carnavales Porteños, de Gustavo Mozzi y el Murgon, Piazzola Clásico, de la Camerana Bariloche y Daniel Binelli, Astor Piazola: flauta y piano, de Jorge de La Vega y Carlos Franzetti, Piazzola por Piazzola, con Daniel Piazzola y su Octeto Electrónico, con Fito Paez, culminando su participación, en dicha sociedad, con la producción del disco Borges y Piazzola, con Daniel Binelli, Jairo y Lito Cruz, que ha sido editado en la Argentina, Estados Unidos y Europa y Japón en 1997.
Se desempeñó como profesor en la Cátedra Ernesto Che Guevara en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y en las cátedras correspondientes en las universidades de La Plata, Mar del Plata, y Río Cuarto (Córdoba).
Sus obsesiones fueron el recuerdo de los compañeros caídos y la voluntad de configurar la memoria histórica de nuestro pueblo, en ese sentido su aporte a través de charlas y encuentros -sobre todo con los jóvenes-, sea en barrios, universidades o actos en todo el país, fue invalorable.
“Como modelo de país no es este el que soñamos” decía en el año ‘96, “no es este el país por el cual lucharon y entregaron su vida nuestros compañeros, este es el país del individualismo, del no te metás, del sálvese quién pueda, de la exclusión social, del modelo económico que beneficia a unos poco y deja con el rótulo ahora de marginales a la mayoría de la población”.
A pesar de esa situación Cacho El Kadri afirmaba que “no nos han vencido, porque somos muchos los que inorgánicos, independientes, fuera de los partidos o modelos existentes seguimos pensando que es posible construir otro país, que es posible transformar las relaciones de competencia, de pisarle la cabeza al que está al lado, de trepar, de ganar, este modelo que nos han puesto como el único posible, el modelo del triunfador”. La razón es obvia: el ex presidente terminó de desestructurar el tejido social, culminó con éxito lo comenzado por los uniformados y lo hizo, guste o no, en nombre del peronismo. Usufructuando las banderas históricas arrojó a la miseria y al espanto a millones de personas.
Su muerte, llegó durante su estadía en Tilcara. Pero esto no significó el final de su figura. Se transformó en fuente de militancia y principios de muchos jóvenes, su lucha continua en ellos. Cacho reivindicó hasta el último minuto de su vida la gesta de principios que moldeó a la Resistencia. Cacho El Kadri significa hoy muchísimo más que una evocación.